El recluso, cuyo nombre no ha sido identificado, creció en un hogar cristiano. Pero, cuando era adolescente, terminó involucrándose con el crimen y las drogas después de mudarse a Texas. Al regresar a la casa de su abuela en Florida, ella no lo reconoció. “Yo era una persona diferente. Una persona que ella no conocía. Mi abuela siempre me invitaba a la iglesia y yo la despreciaba”, dijo el hombre.

Una noche, el joven llegó a casa con una herida de bala en la pierna y la abuela le advirtió que su vida delictiva lo llevaría a la muerte. A la mañana siguiente, se despertó con su abuela orando por su vida junto a su cama. Conmovido por sus palabras, el nieto quiso cambiar su vida y comenzó a leer la Biblia.Sin embargo, finalmente volvió al crimen y mató a un hombre que le robó. 

“Fue duro para toda mi familia. Me arrestaron un día después, me condenaron a cadena perpetua”, recordó. Cuando el pastor de la prisión lo visitó en su celda, el preso le pidió una Biblia. Empezó a leer la Palabra y pronto tuvo un encuentro con Cristo. Para el prisionero, su salvación es fruto de la intercesión de su abuela. “Si no hubiera tenido una abuela que orara, nunca habría encontrado a Jesús”, testificó.

Hoy, 22 años después de haber sido detenido, el ex delincuente es un hombre totalmente transformado por Dios. Pasa su tiempo en la cárcel compartiendo el Evangelio con otros reclusos.