• 24 de Enero, 2019

Cuando vamos en busca de un milagro

"Amanecí con una gran carga y dolor en el pecho, entré al santuario de oración, y solamente le pedí a Dios que le diera larga vida". Esta era la súplica de un hijo, por su padre enfermo.

Era un día cálido y alegre como todas las mañanas. Estaba leyendo las noticias mientras me alistaba para un retiro de líderes. En un lapso de tiempo, recibí una llamada, de unos de mis hermanos, donde me decía que mi papá estaba hospitalizado desde hace dos días por un marco de infarto.

Mi sorpresa fue notoria, mis sentidos cedieron ante el sentimiento de aquel momento; donde mis palabras fueron ausentes por mucho tiempo. Pensé en un futuro sin mi papá, en las consecuencias que aquel suceso y, lo que más daba vueltas en mi cabeza, era mi falta de fe en momentos cruciales.

Busqué llamarlo a través de mis hermanos, pero mis intentos fueron en vano. Al final de la tarde, cuando ya me encontraba en oración, ellos me llamaron para decirme que mi padre estaba en observación. Me tocaba decidir si seguir en el retiro o salir y velar por la salud de mi padre.

Estando en ese dilema, después de un culto glorioso, ya casi para dormir y decidido a salir en la mañana para ir en busca de mi progenitor, Dios me mostró su Gloria. Amanecí con una gran carga y dolor en el pecho. Entré al santuario de oración, y le pedí a Dios que le diera larga vida, era la súplica de un hijo, en clamor por un padre.

Mientras contemplo la pronta recuperación de mi padre, miro al firmamento, agradeciendo a quien habita en el cielo por tan hermoso regalo de escucharme. Mi padre vive.

La Presencia de Dios se manifestó de manera poderosa en los días de ayuno y oración en Puebla- México. Pastores clamaban, derramaban lágrimas, intercedían por diferentes peticiones de la Obra de Dios y por necesidades.

deja tu comentario